No tuvimos problemas por llegar un poco más tarde de lo previsto y nos recibieron cálidamente. La primera impresión no fue buena, pues parecía más nuevo de lo que en realidad era y sus instalaciones estaban mal rematadas (las puertas de las habitaciones estaban desencajadas, el secador estaba roto, por ejemplo). Las tarjetas de apertura de puerta eran un desastre y no abrían hasta varios intentos.
El personal era correcto, pero muy poco atento y sólo una persona hablaba español. En la zona de desayuno ni siquiera te hablaban. Y sobre el desayuno, no era malo, pero sí escaso, especialmente en fruta y yogures (en proteínas era estupendo), pero sobre todo en bollería, que era inexistente. También de jabón en el baño andaban escasos.
Eso sí, para fumadores como yo contaba con un jardicinto encantador, aunque también era zona de juego infantil y tuvimos la suerte de no encontrar a nadie.
Sinceramente, creo que las cuatro estrellas le vienen un poco grandes.